El fraude es un engaño económico con la intención de conseguir un beneficio. En el ámbito del seguro están muy presentes los factores del triángulo del fraude, y estos son la motivación, la oportunidad y la racionalización.
Todas las partes involucradas en la contratación de un seguro; tomador del seguro, asegurado, beneficiario, agente de seguros y compañía aseguradora no están exentas de ser participantes en un fraude.
El ejemplo más común es cuando un asegurado quiere demostrar que el siniestro le ha causado más daños de los que realmente ha sufrido. Quiere aprovechar un pequeño golpe con el coche para recibir una indemnización que le permita cambiar alguna pieza o pintarlo por completo.
Otro ejemplo es cuando el agente mediador de seguros, sus familiares o conocidos se aprovechan de su condición de empleado del sector asegurador para obtener beneficios o justificar siniestros de un cliente.
En otras ocasiones también se ha demostrado la implicación de terceras personas o empresas que contribuyen a defraudar a la aseguradora, como despachos de abogados, talleres mecánicos, clínicas médicas, etc.
Los tipos de fraude más comunes son: