Cuando se varia un acuerdo por el que un gremio profesional ve dañado su negocio, por ejemplo un acuerdo internacional perjudicial para los intereses de la flota pesquera española, el colectivo afectado se alza en armas contra el gobierno de turno (quisiera que fuera un eufemismo… aunque a veces…). Huelgas, manifestaciones, se queman cuatro papeleras y todos pensamos: “pobre pescadores cada vez lo tienen peor”.
Va a hacer un año de la entrada en vigor de la nueva (ya no tanto) Ley de Mediación, lesiva como ninguna para los intereses de algunos mediadores, pequeños corredores sobre todo, que no ven forma, dinero, ni negocio, para poder cumplir con todos los requisitos. Y aun no se les ha visto en los telediarios quemando nada. Se aguanta estoicamente.
Desde este mismo altavoz defendí las bondades de la Ley, básicamente porque supone un paso mas en la profesionalización del sector. La Ley propiciaba que cada persona que actúa en la confección de un contrato de seguro tuviera que tener una formación adecuada y se iba a controlar. Esto era una garantía para el usuario que nunca se había tenido.
La Ley de mediación, que daba el pistoletazo de salida a la bancaseguros, obligaba a las sucursales bancarias a tener personal cualificado para hacer lo que antes hacia un administrativo con un curso de cinco días. Esto seria otra garantía para el usuario que cada vez se ve mas forzado a contratar seguros en su entidad bancaria. Tendría que ser asesorado en directo, explicándole por fin que contrataba. O sea, con las mismas posibilidades que si acudía a un mediador profesional, porque lo iban a ser.
Con la nueva ley al tratar a la banca como mediadores, tendrían los mismos “beneficios” que estos pero también las obligaciones. Por ejemplo, la recogida en el punto 2 e del Articulo 5: la prohibición de imponer de manera directa o indirecta la celebración de un contrato de seguro. Detalle importantísimo para la salvaguarda de los intereses de cualquier usuario de entidades financieras.
Lamentablemente, para el usuario, la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones puede haber variado el criterio al tener en cuenta solo como auxiliares externos al personal de los establecimientos financieros de crédito. Esto puede querer decir, según el planteamiento de cada entidad, que el usuario cuando vaya a pedir un crédito ya no tiene porque ser atendido, para que le ofrezcan el seguro de rigor, por un mediador de seguros formado al efecto. Podrá hacerlo cualquiera. Sin ningún requisito.
Es cierto que deben cumplir con ciertas obligaciones, y el mediador debe tener al menos un teléfono para resolver dudas, pero ¿después de ser coaccionado con el precio de la hipoteca a quien le quedan ganas de llamar para que te den la charla alguien sobre un seguro que no querías!??. Porque el auxiliar ni sabe, ni puede resolver dudas porque tiene prohibido por ley asesorar tanto a la hora de hacer la póliza como en el momento del siniestro. Por lo tanto los usuarios deben conocer y tener en cuanta que uno de los canales mas importantes de distribución de seguros en España puede estar siendo atendido por simples auxiliares externos, que por ley no son ni mediadores de seguros, ni serán parte de la aseguradora. Es para echarse a temblar.
Como asegurado la cosa pinta mal, porque hace un seguro, con posibilidad de ser asesorado, si, pero que en la practica ya veremos; y cuando tenga que resolver un siniestro será atendido telefónicamente en el mejor de los casos.
Ninguna de los grandes grupos quiere perder el tren de la venta de las sucursales bancarias, todos los días escuchamos nuevos acuerdos, de representación, de coaseguro, etc… Es totalmente licito, incluso recomendable, buscar el crecimiento de la entidad por cualquier medio legal. Pero ¿Es moral? Podría no serlo. No lo seria si resultara que las sucursales bancarias estuvieran haciendo la competencia a los mediadores de la misma compañía con precios diferentes. Y no lo seria porque el nivel de profesionalización de auxiliares y mediadores no puede ser comparable. No es lógico poner las mejores armas en manos de quien tiene menos pericia al disparar. Y estoy hablando de los criterios de selección de riesgos, de siniestralidad, de mantenimiento de pólizas…
Como tampoco seria prudente que alguna compañía se estuviera haciendo competencia entre sus distintos canales, adquiriendo el mismo negocio que tenían pero cobrando menos por ello. Si la practica se extiende el servicio acabará viéndose resentido. Y todo esto sin contar con la imagen que se da del sector, ya que el mediador contraatacará la oferta bancaria con otra de la misma aseguradora o de otra distinta. Algunos se quejan de que se regalen seguros, pero daña mucho menos la imagen. Señores, bienvenidos al mercado del regateo.
En conclusión; ¿qué percibe el usuario de seguros? Que hay que regatear, que cuanto menos sepa el vendedor mas barato vende, por lo tanto que el precio es lo que marca la diferencia. Ni garantias, ni servicio. Solo el precio. Me pregunto como se puede conjugar esto con mantener los obligados criterios técnicos y actuariales en las tarifas. Evidentemente no se puede. La caída de los precios tiene un limite, y perderá la batalla quien menos la ha dado. Al final los bancos ”pescaran donde y como quieran”.
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