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Además de ser un poco molesto, las vibraciones del volante al frenar pueden ser síntomas de problemas mayores en tu coche. Puede haber averías en el sistema de frenos, dirección o suspensión. Hoy descubrirás algunas de las causas más frecuentes de las vibraciones del volante al momento de frenar. Adicionalmente, descubrirás cuáles pueden ser los riesgos y por qué debes llevar el coche a revisión lo antes posible.
De manera incremental, puedes ir notando como cada vez que pisas el pedal del freno, el volante hace alguna pequeña vibración. También podrás notar como la duración e intensidad de estas vibraciones van en aumento con el paso del tiempo. Muchos conductores no le prestan la debida atención, pero las vibraciones del volante son un síntoma inequívoco de diferentes averías en los sistemas del coche.
Desde los frenos hasta la dirección, el desbalance de cualquier sistema puede crear un desajuste generalizado que afecta la estabilidad del coche. Aunque no siempre obedece a la misma avería, estas son sólo algunas de las cosas que podrían estar fallando en tu vehículo:
Aunque desde el punto de vista físico parece todo muy simple, el sistema de frenado de tu coche es realmente muy complejo. Piensa solamente en que este sistema debe detener por completo una masa de varios cientos de kilos a una enorme velocidad en segundos. Además, lo debe hacer de forma inmediata y sin que esto suponga un riesgo para ti o los demás ocupantes de la vía.
A pesar de ser un sistema en que intervienen partes mecánicas y electrónicas, el mayor peso del proceso descansa en las pastillas de freno. Estas piezas metálicas son las responsables de producir la suficiente fricción para detener las ruedas.
Por ende, estas piezas superresistentes se desgastan de manera progresiva con cada frenada. A lo largo de su vida útil, las pastillas pierden capas superficiales hasta desgastarse por completo. Bajo la gruesa capa de aleación de metales, existe una placa de acero resistente al calor y muy fuerte. Cuando esta placa choca con el disco, se producen fricciones anormales que pueden deteriorar la integridad del disco.
Por lo general, las pastillas se gastan progresivamente de forma uniforme. Pero, en algunos casos, el desgaste no es igual en toda su superficie, lo que se traduce en zonas de mayor y menor contacto. Esta falta de uniformidad puede generar vibraciones en la rueda que se transmiten al volante.
Como has visto, las pastillas de freno de tu coche se desgastan de forma progresiva y deben cambiarse de forma periódica. En algunos casos, el desgaste desigual en la superficie de las pastillas produce desgastes no uniformes en el disco. En nuestro artículo: “¿Qué son los frenos de disco y cómo funcionan?”, te explicamos la importancia de estas piezas en tu seguridad.
Por ello, el desgaste de las pastillas hace que el disco choque con la base de acero de la pastilla, lo que puede producir canales anormales. Estas zonas de mayor profundidad, producen espacios en los que no hay contacto. Por lo que, la frenada se entorpece y no se hace de forma suave.
Con el paso del tiempo y el uso, las canales y rayaduras se hacen más profundas, lo que afecta la funcionalidad de uno o varios discos. Otro elemento que suele pasar en muchos coches y que producen vibraciones en el volante, es la deformación del disco.
El calor de la fricción, sumado a los cambios térmicos en el invierno o los días de lluvia, pueden generar pequeñas deformaciones del disco. Las pequeñas torceduras e imperfecciones del disco generan contactos no uniformes que se traducen en vibración.
La dirección de tu coche debe obedecer de manera perfecta la sincronía entre tu volante y las ruedas. Es decir, cada grado de giro del volante en cualquier dirección debe hacerse con una precisión absoluta. Esto es lo que hace que puedas esquivar obstáculos y dirigir el coche justo a donde quieres. Pero, para que esto suceda, las ruedas, el sistema de dirección y el volante deben estar perfectamente alineados.
Con los baches, impactos o simplemente, por el paso del tiempo y el desgaste normal, la alineación puede sufrir cambios. Lo que significa en términos mecánicos es que las ruedas no hacen un contacto uniforme en el suelo. Esto es aún más notorio en las curvas cerradas.
Por consecuencia, cada vez que debes frenar o girar de forma abrupta, el volante puede presentar algún tipo de vibración. Esto, además de afectar la estabilidad del coche, produce desgastes no uniformes del neumático, lo que se suma a otros daños que sólo irán in crescendo.
En sintonía con lo anterior, las ruedas deben tener un balance ideal que varía entre coches y usos. Si te fijas bien, las ruedas de tu coche tienen pequeñas placas metálicas adheridas a la llanta y que, aparentemente, no tienen función. Pues bien, estas placas, generalmente de plomo, se encargan de añadir peso para que la rueda gire de forma pareja.
En el taller, los especialistas se encargan de hacer girar las ruedas en máquinas especiales que comprueban su giro de forma regular. Con el tiempo, este balance se pierde y hace que la frenada no sea del todo uniforme, lo que genera vibraciones del volante.
Otra causa menos común pero igualmente importante de las vibraciones del volante al frenar son los problemas de suspensión y dirección. Los componentes desgastados o dañados, como los brazos de suspensión, los bujes o los soportes de montaje del motor, pueden provocar movimientos irregulares del vehículo al frenar.
Estos desajustes se traducen en vibraciones en el volante que van incrementándose con el paso del tiempo. Es fundamental realizar inspecciones regulares del sistema de suspensión y dirección y reparar cualquier problema detectado de manera oportuna.
Podrías pensar que estos problemas son sólo incómodos y que podrías acostumbrarte a estas pequeñas vibraciones sin problema. No obstante, no atender a estas vibraciones del volante a tiempo sólo te traerá problemas a futuro. Mira por qué.
A diferencia de las averías absolutas y que colapsan sistemas de forma intempestiva, la mayoría de los fallos en el coche son incrementales. Es decir, se van produciendo poco a poco por desgaste o uso y al paso del tiempo se agravan. Algunas veces, el fallo de una pieza afecta el funcionamiento de otra y eventualmente, pueden convertirse en problemas mayores.
Este es el caso de la vibración del volante al frenar. Una pequeña sensación en tus manos, poco a poco se va transformando en un movimiento violento e incontrolable. Esto no sólo puede producir una pérdida de agarre de tus manos en la dirección del coche, puede ser un problema serio que afecte tu seguridad. Fíjate en algunos de los problemas que pueden ocurrir:
La distancia de frenada es el espacio en metros que recorre tu vehículo desde que visualizas un obstáculo hasta que te detienes por completo. En condiciones normales tu coche puede recorrer entre 50 y 90 metros dependiendo de la velocidad. Esta distancia se alarga en condiciones de lluvia o nieve y puede llegar hasta los 150 metros.
La DGT considera esta distancia en condiciones de óptimo funcionamiento de los frenos. Por lo que si tienes algún fallo en las pastillas o discos de freno, la distancia de seguridad podría alargarse unos metros adicionales. Esto no sólo podría causar una colisión aún pisando el freno a fondo, también podría generar un vuelco del vehículo o un derrape con salida de la carretera.
Sumada a la evidente incomodidad que produce, la vibración del volante al frenar puede afectar la direccionalidad del coche. En muchas ocasiones, debes girar el volante al mismo tiempo que pisas el pedal del freno. Si todo funciona correctamente, estas dos acciones en simultáneo no deberían presentar ningún problema.
Lo que pasa es que cuando hay fallos en la alineación, balanceo o en la dirección y suspensión, esta acción tan común, puede ser un riesgo. Afortunadamente, en casos muy poco frecuentes, estas averías pueden producir vuelcos del coche que frena y gira a grandes velocidades. Sin embargo, la vibración puede generar derrapes que pueden generar una reacción en cadena que afecta tu control sobre el coche. Consecuentemente, podrías tener una colisión con otro coche, un objeto de la vía o, peor aún, con algún peatón.
Estas son sólo dos de las mayores consecuencias que podría tener en tu seguridad las vibraciones del volante al frenar. Es por esta razón que debes atender este problema apenas se presente. Recuerda que las averías del coche, muchas veces, sólo empeoran con el tiempo y tienen mayores consecuencias.
No sólo tendrás que invertir más dinero en la reparación, sino que podrías afectar al funcionamiento general del coche. Obviamente, la mayor consecuencia es un accidente que pueda afectar tu seguridad en la vía. Es, precisamente por esta razón, que la DGT te exige una revisión técnica periódica como garantía de funcionamiento óptimo de tu vehículo. Mira cómo una pequeña vibración del volante puede afectar tu próxima ITV.
Como bien sabes, las inspecciones periódicas de la ITV tiene como razón de ser, cuidar de la seguridad general de todos. Estas inspecciones comprueban de forma exhaustiva todos los sistemas del coche y generan un veredicto absoluto. Es decir, de aprobación o suspenso.
Una vibración en el volante al frenar puede ser un síntoma de problemas en los sistemas en los que los técnicos de la ITV se fijan más. Estos especialistas comprueban en primer lugar que frenos, dirección, ruedas y suspensión funcionen de modo correcto.
Desde un desgaste anormal en los neumáticos hasta ruidos y vibraciones en el volante, son señales de alarma que no pasan desapercibidos. Por ende, podrías suspender la ITV.
La primera consecuencia es que no podrás circular con tu coche. La ITV genera tres sentencias a la inspección: Aprobada, negativa o desfavorable. En los resultados desfavorables y negadas, la única diferencia es la forma en la que sales de la estación de inspección. Si los técnicos determinan que la avería puede ser reparada de forma rápida y sencilla, sin afectar la seguridad, podrás salir conduciendo de allí. Pero, esto no significa que podrás circular sin problemas, lo único que determina es que podrás conducir hasta el taller.
Por el contrario, si la ITV es negativa, el coche deberá ser inmovilizado y ser trasladado en grúa hasta el taller. La DGT te da 60 días para hacer las reparaciones. Si pasa este tiempo y no la haces, deberás pedir una nueva cita y llevar a la estación ITV el coche en una grúa.
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Otra de las consecuencias de este resultado negativo es que no podrás renovar la póliza de seguro. Especialmente, la póliza de responsabilidad civil obligatoria. Lo que se traduce en multas que pueden ir desde los 600 hasta los 3005€ con la inmovilización del coche si circulas con él.
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Las vibraciones del volante al frenar, muy a menudo, se acompañan de vibraciones en el pedal de freno. Estas vibraciones pueden también acompañarse de ruidos extraños al frenar que se alargan con el tiempo. Por cada día que pase, el presupuesto de la reparación aumenta por la sumatoria de daños.
Es posible. Si no hay un agarre adecuado o el sistema de frenos no funciona bien, los derrapes pueden ser una consecuencia. Especialmente en suelos irregulares, mojados o con hielo.
En España no existen multas por tener el coche averiado. Sin embargo, no podrás aprobar la ITV y en muchos casos no podrás circular. Además, no podrás renovar el seguro y esto sí puede tener multas que llegan hasta los 3000€.
No. Ningún tipo de póliza de seguro o aseguradora cubre reparaciones mecánicas. Sin embargo, existen determinadas pólizas de garantía mecánica que pueden ser útiles en determinados casos.
https://www.moogparts.com/es-es/blog/inspect-steering-suspension.html
https://www.euromaster-neumaticos.es/blog/problemas-sistema-freno
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