Airbags es una palabra en inglés cuya traducción al español es “bolsas de aire”, y eso es lo que son exactamente, unas bolsas especiales de nylon que tienen todos los automóviles de cualquier tamaño y modelo. Su función es proteger al conductor y pasajero de sufrir lesiones graves o mortales en caso de tener un accidente, amortiguando los efectos del impacto. Al igual que los cinturones de seguridad, son dispositivos de seguridad pasiva, que por normativa ya traen de fábrica la totalidad de los coches.
Su sistema de funcionamiento está basado en detectores de impacto, los cuales se activan a través de unos sensores en caso de una desaceleración brusca, estos sensores envían una señal a través de conductores eléctricos a los dispositivos de inflado, y estos, a su vez, generan gases con mucha rapidez que inflan los airbags en milésimas de segundo. De igual forma su desactivación es rápida, incluso pueden llegar a explotar. Esta es la parte más compleja del funcionamiento de los airbags, su precisión y rapidez a la hora de accionarse.
Los airbags son un elemento que desde los años 50 ya se empezó a usar como dispositivo de seguridad. Fue en 1971 cuando la Compañía Mercedes-Benz patentó los airbags más parecidos a los que se conocen actualmente. Desde entonces han ido evolucionando y mejorando gracias a las nuevas tecnologías. Entre los tipos más comunes de airbags podemos encontrar:
Hay algunos tipos más de airbags que no son tan comunes pero sí igual de importantes, como los airbag posterior, airbag central y airbag para el peatón. Las compañías fabricantes de coches siguen actualizando este dispositivo y también lo integran en más lugares dentro y fuera de los automóviles. Es interesante saber que los airbags no son de uso exclusivo de los coches, ya que hay diseños para todo tipo de medios de transporte.