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Decidirse por un vehículo de segunda mano puede ser una buena opción. Pero antes debes asegurarte de en qué estado está. Entre los distintos elementos que debes tener en cuenta uno de los más importantes es el kilometraje. Éste puede convertir una buena compra en una mala inversión.
Lo que buscamos cuando compramos un coche de segunda mano es que nos dure el mayor tiempo posible. Para ello hay que comprobar el número de kilómetros que ha recorrido. Cuantos menos kilómetros tenga el vehículo usado, más tiempo podrá estar en funcionamiento. Quizá, el coche que hemos escogido tiene más kilómetros de lo que pensábamos
¿Es buena idea adquirir un coche con demasiados kilómetros? Un mayor kilometraje supone una mayor antigüedad. ¿Cuántos kilómetros son demasiados? Vamos a examinar estas cuestiones. Las cosas, a veces, no son lo que parecen y un exceso de kilómetros puede no ser negativo si el coche está bien cuidado.
Cuando nos enfrentamos a dos vehículos más o menos iguales, ¿qué papel juega el kilometraje? Más que los kilómetros lo que hay que tener en cuenta es el mantenimiento al que ha estado sometido el vehículo. Evidentemente el número de kilómetros aceptable tiene un límite: no es lo mismo 50.000 kilómetros que 300.000. Pero, ¿qué hacer cuando la diferencia es escasa?
Para comprobar el mantenimiento que ha tenido un vehículo lo más útil es revisar los recibos de las revisiones o los arreglos de las averías. El problema es que muchos conductores no suelen conservar esos resguardos durante años.
Para ello se puede solicitar un informe Carfax del vehículo (un informe que proporciona www.carfax.es con el historial del vehículo): éste revelará el historial de intervenciones y reparaciones. También proporciona información sobre accidentes, un elemento muy importante para hacerse una idea del estado del coche. Esto puede ser más importante que los kilómetros recorridos.
Una revisión del coche que queremos comprar es una buena idea. Habría que revisar la varilla del aceite, para ver si está oscuro o viscoso, lo que indicaría que hay que cambiarlo y no se ha hecho en años. Elementos como las correas y mangueras que puedan estar agrietadas deben también se deben reparar, porque indican que el coche está envejecido. Otro dato a tener en cuenta es que el refrigerante no esté turbio.
Todos estos indicadores sugieren un mantenimiento del vehículo no demasiado adecuado. El líquido refrigerante turbio también puede ser motivo de preocupación. Todas estas señales demuestran un mantenimiento deficiente y podrían representar problemas a futuro.
Este problema es el otro extremo del exceso de kilómetros. Cuando un coche casi no se usa, puede que el vendedor intente convencernos de su buen estado, dados sus pocos kilómetros. Pero esto puede ser un grave error. Al estar parado mucho tiempo, hay muchas piezas del vehículo que se estropean: especialmente gomas, retenes o juntas que pasan de ser flexibles a perder eficacia y quebrarse.
Puede ser también que tenga fugas por estas razones. Esto no es un problema si el coche circula con regularidad. La expansión y contracción térmica del motor y la lubricación son los que prolongan la vida del vehículo. Hay que estar alerta, porque todos estos fallos pueden llevar a una reparación costosa.
Otro caso preocupante puede ser justo el contrario: un coche muy nuevo con demasiados kilómetros. La media de kilometraje se sitúa entre los 12.000 y los 15.000 kilómetros al año. Esto indica que el coche necesitará una revisión a fondo.
Puede que pensemos que es un buen negocio comprar un coche con más kilómetros y esto nos hace ahorrarnos dinero. Pero esto puede ser el comienzo de graves problemas de mantenimiento, en las correas de distribución, la refrigeración o las pastillas de freno. Estas revisiones no son baratas y te las puedes ahorrar con un coche de menos kilómetros.
Si tomamos como punto de partida los kilómetros anuales que hace un coche, entre 12.000 y 15.000, con cinco años de antigüedad habrá recorrido 60.000 o 75.000 kilómetros. Un coche de 10 años habrá recorrido 120.000 o 150.000 kilómetros. Cuando un coche envejece, empiezan a hacerse necesarias cada vez más reparaciones.
No existe una edad o kilometraje específico para esto, pero normalmente sucede cuando el coche tiene entre ocho y diez años y registra entre 100.000 y 120.000 kilómetros. Estos serían los vehículos que conviene evitar. Siempre es preferible optar por un coche que, aunque tenga un par de años más, haya recibido un buen mantenimiento, en lugar de uno más nuevo que haya estado involucrado en un accidente.
Como vemos, es importante el kilometraje, pero no es lo mismo un vehículo que haya circulado mayoritariamente por una gran ciudad, que uno que haya pasado su vida en un pequeño pueblo. El primero habrá tenido que enfrentarse a baches y obras y habrá acelerado y frenado para desviarse y pasar los semáforos, mientras que el segundo habrá circulado de una forma más tranquila por unas calles sin atascos.
Es muy probable que este último haya acumulado más kilómetros que el coche urbano, pero no hay que olvidar que una carretera amplia sin curvas ni semáforos ante los que hay que frenar y volver a acelerar supone menos estrés para un vehículo, aunque este haga kilómetros con más facilidad. Por el contrario, los kilómetros hechos en una gran ciudad son mucho más duros para el vehículo, aunque su cantidad sea menor. La razón es que el coche se desgasta con más rapidez, por la forma de conducción.
Lo importante no es el kilometraje en sí, sino el kilometraje por año. Demasiados kilómetros al año pueden indicar que el vehículo es un antiguo taxi o un VTC que ha pasado por varios conductores. Lo normal para un coche particular son unos 15.000 kilómetros anuales, pero lo importante, como indicamos al principio, no son tanto el total de kilómetros como el uso que se ha hecho del coche y su mantenimiento. Por eso no hay que olvidar que un coche profesional es muy probable que haya tenido un buen mantenimiento, por lo que es posible que suponga menos problemas que un coche con menos kilómetros pero sin un buen mantenimiento.
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A la hora de comprar un coche de segunda mano, estás en tu derecho de preguntar todo lo que te interese al vendedor: si ha tenido reparaciones importantes, cuántos conductores lo han utilizado, si se vio involucrado en un accidente, etc. Por tu parte, es importante que inspecciones la carrocería en busca de posibles desperfectos, y observes si hay un cambio en el tono de la pintura, lo que podría implicar un accidente. Pide las facturas de mantenimiento: si el coche ha recibido los cuidados adecuados podrá recorrer hasta 250.000 kilómetros.
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El mantenimiento habitual debe incluir cambios de aceite y de correa. Además, estas facturas pueden darte pistas sobre posibles reparaciones importantes a causa de un accidente. No hay que olvidar que los 100.000 kilómetros son un momento clave para el mantenimiento del coche. Debe hacerse una revisión de importancia y algunos vendedores escogen ese momento para vender su vehículo sin tener que hacerla. Hay que comprobar también si el coche mancha el suelo, si todos sus sistemas eléctricos funcionan, si los faros están blanquecinos –lo que indica un alto kilometraje y que el cuentakilómetros tal vez ha sido trucado– y probarlo tanto en carretera como en ciudad.
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Cuantos menos kilómetros tenga un coche usado, mejor. Pero el kilometraje no es el único elemento que debemos tener en cuenta a la hora de elegir un coche usado. Algo muy importante es el mantenimiento que ha tenido el vehículo y de qué forma se han hecho los kilómetros, si en ciudad o en carretera, por ejemplo.
Podemos solicitar los recibos de las revisiones al vendedor. Una manera fiable, sin embargo, de tener esa información es solicitar un informe carfax (www.cargax.es) que revela las distintas intervenciones que ha sufrido el coche.
Lo mejor es llevarlo a un taller de confianza, pero antes de establecer la compra, debemos fijarnos, por ejemplo, en el estado del aceite, las correas, las mangueras o el refrigerante.
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