Un aspecto fundamental a la hora de contratar un seguro es conocer qué tipo de seguros hay, y de qué están compuestos. Sin necesidad de llegar al límite de conocer la letra pequeña es conveniente, al menos, saber algunos conceptos mínimos.
Todo el mundo conoce los seguros por nombres genéricos, de tal manera que se puede oír hablar de seguros “a todo riesgo”, o seguros a “terceros”, etc. Pero en realidad ¿qué significa eso?.
Es frecuente, desafortunadamente, que los usuarios se quejen por que han encontrado que lo que creían que era un seguro a “Todo Riesgo”, a la hora de la verdad deja sin cobertura determinados daños. Sí, el seguro era un todo riesgo, pero con excepciones, y esa excepción es precisamente la que se necesitaba tener cubierta. Más parece en estos casos que en el seguro que la compañía vendió como TODO RIESGO, lo de TODO es mentira, y lo de RIESGO sí es cierto, pero referido a haberlo contratado en esa aseguradora.
Por ello, conviene aclarar de qué se habla a la hora de referirse al mundo de los seguros y sus diferentes modalidades.
Desde el punto de vista real y legal, un seguro del automóvil no es más que la ACUMULACIÓN de una serie de coberturas.
Por ejemplo, un seguro (A) del automóvil podría estar compuesto, de las siguientes coberturas:
Y otro seguro (B) del automóvil podría estar compuesto por:
El seguro A no tiene por qué ser mejor o peor que el B, simplemente es distinto, dispone de coberturas distintas (Robo… para el A, y Daños propios… para el B), y de coberturas iguales (Responsabilidad Civil Obligatoria y asistencia en viaje).
El seguro A será mejor/peor que el B, y viceversa, para un cliente concreto en función de las necesidades que él considere oportunas.
Analizando lo que ofrecen las diferentes compañías, se han encontrado las siguientes coberturas disponibles para ser contratadas:
Si tenemos en cuenta que esta y no otra es la realidad:, es interesante saber:
¿Qué es un seguro a todo riesgo?
¿Qué es un seguro a terceros?
Con todo lo dicho hasta ahora, se puede decir que un seguro a “todo riesgo” NO EXISTE, porque realmente no hay una cobertura que se llame “a todo riesgo”, ¿o usted la ha visto alguna vez?. Vamos a ver de donde vienen esas palabras que NO SON NADA, y que todo el mundo tiene a gala decir.
Para saber cuales son las coberturas contratadas, hay que mirar las Condiciones Particulares de la póliza.
Hasta ahora se ha pretendido eliminar de la cabeza los conceptos “todo riesgo” o “terceros”. Pero ya se ha explicado que un seguro es la acumulación de una serie de coberturas. Así pues, también serán interesante saber:
¿Qué es una cobertura en sí?
¿Son todas las coberturas iguales, es decir, son todos los “robos” iguales?
¿Por qué se llaman así?
Una cobertura concreta supone que la compañía “auxiliará/indemnizará” al asegurado en caso de que ocurra algo concreto. Por ejemplo, si el caso es un robo de las ruedas, del navegador o del coche entero… todo esto estará contemplado en la cobertura de “robo”. Sí, por ejemplo, un coche queda averiado en la carretera, se hará referencia a la cobertura de “asistencia en viaje”, etc.
Es decir, las compañías, a cada situación le pone un nombre. Aquí sí sucede que, cuando se habla de que ha ocurrido un robo, todas las compañías llaman a esa cobertura robo, si el coche se queda averiado en la carretera, todas las compañías llaman a esa cobertura asistencia en viaje. Podrían haberlas llamado de otra manera, como por ejemplo “desaparición” al robo, o “auxilio en carretera” a la asistencia en viaje. Pero, se supone que por normalización, todas utilizan las mismas denominaciones.
Ahora bien, la cobertura del “robo” de una compañía no tiene por qué ser igual al “robo” de otra, ni mucho menos. De hecho, muchas veces, ambas coberturas solo coinciden en el nombre, siendo la letra pequeña totalmente diferente entre ambas. Por ejemplo, una compañía puede que pague un neumático nuevo en caso de robo y para otra compañía puede que el neumático no entre dentro de su cobertura de “robo”, y por tanto tenga que pagarlo el usuario.
Así que, para saber el alcance y significado de cada una de las coberturas que tiene contratadas el usuario, deberá mirar en las Condiciones Generales de su póliza.
Del mismo modo que se denomina a la cobertura del “robo” cuando se habla de que la sustracción de algo del vehículo, las compañías, al objeto de utilizar un lenguaje fácil y común de cara al usuario, hablan de pólizas (conviene recordar que una póliza es la acumulación de una serie de coberturas) tipo “todo riesgo”, “terceros”, “terceros ampliado”, “todo riesgo con franquicia”, etc.
Por ello, al hablar de pólizas, lo habitual es encontrar lo siguiente:
A TERCEROS: Se refiere a pólizas que incluyen la cobertura de Responsabilidad Civil Obligatoria y en la mayoría de los casos (no tiene porqué), incluyen coberturas como:
Es decir, la base de la cobertura es cubrir los daños que podamos producir a los demás, pero además, pueden estar incluidas otras coberturas que la compañía de seguros considera imprescindibles tener como mínimo.
A TERCEROS AMPLIADO / COMBINADO: Se refiere a pólizas que incluyen las coberturas anteriores de “terceros” más:
Es decir, son pólizas que acumulan a un seguro “a terceros” alguna/s coberturas más, que suelen ser atractivas para el usuario. Dichas coberturas pueden ir unidas, o bien por separado.
En algunas compañías puede que además se ofrezca con este seguro otra serie de coberturas “menores” o de complemento como
A TODO RIESGO: Se refiere a pólizas que incluyen las coberturas de las pólizas “a terceros”, más las que incluyen las pólizas “a terceros ampliado-combinado”, y añadiendo, además:
Es decir, un “todo riesgo”, el famoso “todo riesgo” que todo el mundo conoce no es nada mas que incluir la cobertura que protege al vehículo propio en el supuesto en que el usuario tenga un accidente y sea culpa suya. Nada más.
En algunas compañías puede que además se oferte con este seguro otra serie de coberturas “menores” o de complemento como:
Por último, falta comentar un tipo de póliza que se está extendiendo últimamente: son aquéllas en las que se incorpora una franquicia destacando las denominadas:
A TODO RIESGO CON FRANQUICIA: Son iguales a las “todo riesgo”, con la salvedad que en alguna de sus coberturas, en caso de indemnización, los primeros X euros (el importe de la franquicia), las pagamos el usuario.
Sin embargo, algunas compañías están utilizando la expresión franquicia para meterlas en demasiados sitios, como es el caso de su uso en las coberturas de robo, incendio o lunas. Pero este aspecto no suele indicarse claramente, simplemente porque no conviene sacarlo. Por ejemplo, tener una franquicia en la cobertura de lunas es como no tener cobertura, ya que la mayoría de las veces, el cristal roto vale menos que la franquicia en sí.
Por ello, y aunque las compañías que que lo hagan no lo quieran sacarlo a la luz, desde aquí podemos hablar del nacimiento de otras dos modalidades de seguro, y son:
TERCEROS CON FRANQUICIA
TERCEROS AMPLIADO – COMBINADO CON FRANQUICIA
Para finalizar, y como se habrá observado, un “terceros” de una compañía puede ser diferente a un “terceros” de otra, y así sucesivamente con las otras modalidades.
El origen de agrupar las coberturas de esta forma no es otro que las compañías, seguramente hace mucho tiempo, llegaron a la conclusión que es la mejor forma de poder vender sus productos. Por ello, las acumularon formando paquetes, y a cada agrupación de coberturas (terceros, todo riesgo…) le dieron un nombre, para que el usuario pudiera tener una visión general y poder asociar:
Las compañías, a la hora de vender sus productos, utilizan un nombre comercial, sí, un simple y puro nombre comercial, con el cual denominar a su producto.
Por ejemplo, supongamos que el seguro “A” descrito al principio, en vez de llamarlo “A” lo llamase “Súper-Estupendo”. En sí, la denominación no es nada, lo que importa saber es lo que hay detrás.
Por ejemplo, supongamos que el seguro “B” descrito al principio, en vez de llamarlo “B” lo llamase “Malo-malísimo”. En sí, el seguro “malo-malísimo” no tiene porqué ser peor que “súper-estupendo”, o puede incluso que sea muchísimo mejor, en función de lo que la letra pequeña de cada cobertura diga.
Ahora bien, las compañías saben que el uso de palabras que suenan bien es un atractivo para sus productos y que muchas veces un buen marketing obtiene buenos resultados.
Y más aún, las compañías, al ser conscientes de que los usuarios rara o muy rara vez se leen sus pólizas, utilizan para todos sus productos nombres llamativos, de tal manera que parezca un buen seguro, aunque en realidad sea todo lo contrario.
De ahí nombres tan “estupendos” como los que hemos encontrado, y de los cuales, a modo de anécdota vamos a enumerar algunos:
Queda patente que cada compañía llama a sus seguros como mejor cree, y con una única intención, la de vender un producto, sea bueno o malo.
Un ejemplo echará más luz sobre estos conceptos. Tomamos como ejemplo a la marca Sony (que sería la compañía aseguradora) y suponemos que comercializa productos (seguros) tales como:
Pero incluso dentro de cada una de las gamas, hay distinciones, de tal manera que, por ejemplo:
Es decir, que no importa cual sea el nombre comercial de un producto, lo importante es ver qué coberturas tiene, y sobre todo, en qué consiste cada cobertura.
No hay que fiarse nada del nombre comercial de la póliza que se va a contratar: es más conveniente mirar las coberturas que tiene.
No hay que fiarse nada del nombre de cada cobertura: es mejor mirar dentro de la letra pequeña.
En nuestra opinión, en el mundo de los seguros está todo o casi todo inventado, tanto desde el punto de vista comercial, trato entre compañías, precios, etc.
Sin embargo, sí que se echa en falta una situación ideal, que aún no está puesta en práctica de forma clara por casi ninguna compañía, y es:
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