Suben los intentos de fraude al seguro, aunque baja su cuantía económica

fraude al seguro
  • Por cada euro invertido en investigar, las entidades ahorran 34,70 euros en indemnizaciones
  • El fraude evitado en seguros de automóvil rondó los 256 millones de euros en 2016

Accidentes simulados, inducidos, inventados o exagerados… Cada año, de forma recurrente, el ramo de automóviles se sitúa en el epicentro de los fraudes al seguro detectados por las compañías. Según la patronal del seguro UNESPA, la explicación estaría en que “es una de las líneas de negocio de mayor popularidad social”, dado que los seguros de vehículos son obligatorios.

Los datos que UNESPA recoge de las entidades evidencian que, concretamente, los que repuntan son los fraudes que afectan a la cobertura de responsabilidad civil por daños corporales y a los partes por robo.

En 2016, el último año analizado, 6 de cada 100 lesiones físicas causadas por accidentes de circulación escondían una estafa (ya sea por simulación o por exageración del daño), un 0,6% más que en 2015. También el robo, con un 4,3%, subió respecto al año anterior, en este caso un 0,5%.

La estafa al seguro está castigada en el Código Penal con penas de prisión que van desde los seis meses hasta los ocho años y multas de hasta veinticuatro meses. Si la cantidad defraudada no excede los 400 euros, la multa no puede superar los tres meses.

Únicamente las coberturas de responsabilidad civil por daños materiales y resto de garantías experimentaron una caída (del 0,49% y del 0,22%, respectivamente) de 2015 a 2016.

Tras los seguros de autos, los ramos que el año pasado experimentaron un incremento en el número de reclamaciones ilegítimas fueron los de vida (2 de cada 100 expedientes fueron fraudulentos), los de decesos y suicidios (1,5 intentos por cada 100) y los multirriesgo (el 0,73% de los partes de hogar, comunidades de vecinos o industrias fueron estafas detectadas).

El impacto económico

Eso en cuanto al volumen de intentos de engaño detectados, pero ¿qué hay de la cuantía económica que implicaban estas reclamaciones? El importe que hubieran tenido que sufragar las aseguradoras bajó en todos los ramos de seguros, a excepción de vida y subsidios.

Según el estudio “El fraude en el seguro español. Año 2016” elaborado por ICEA (servicio de Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras) -en el que participaron 41 entidades aseguradoras que representan una cuota de mercado del 53,1%- en los 126.076 casos descubiertos, el fraude evitado ascendió a 255.929.149 euros.

El gasto medio en investigación de las aseguradoras alcanzó los 68,40 euros por caso y el retorno por cada euro invertido fue de 34,70 euros. En concreto en autos, el fraude evitado fue del 65%, con un gasto medio de 249,2 euros y una ratio de rendimiento de 32,80 euros.

Este mismo informe pone el foco de atención en el aumento progresivo de los fraudes de pequeña cuantía, aquellos que no superan los 500 euros, que llevan un crecimiento continuado en los últimos cinco años y ya representan el 37% de los fraudes.

En autos, el importe de las reclamaciones falsas por robo cayó 1,58 puntos porcentuales en 2016 respecto al año anterior; en responsabilidad civil por daños materiales, 0,54; en el caso de los daños corporales, 0,12; y en el resto de garantías la bajada fue 0,47. Para la patronal aseguradora estas bajadas son debidas a “la eficiencia de las medidas que adoptan las aseguradoras” para combatir el fraude.

Un caso real

En la última edición del Concurso Sectorial de Detección de Fraudes, organizada por ICEA, el primer premio en el ramo de automóviles se lo llevó la compañía Pelayo después de destapar el caso de una joven que resultó herida mientras viajaba como acompañante en un vehículo conducido por su novio que acabó colisionando por conducción temeraria. Su abogado reclamaba a la compañía 1 millón de euros alegando gran invalidez a consecuencia del severo traumatismo craneoencefálico sufrido por la joven. Las sospechas de un médico y la posterior investigación realizada por un detective de la aseguradora acabaron por demostrar que la joven hacía una vida prácticamente normal. La indemnización final dictaminada por el juez quedó reducida a 230.000 euros.

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